jueves, 14 de abril de 2011

Woyzeck después de Woyzeck

Y, entonces, empezando a preguntarnos ¿Que es lo natural? comienza nuestro viaje de experimentación alrededor de la obra de Georg Buchner.
La composición de una máquina escénica como resultado de una búsqueda, la imposibilidad de romper sus cánones y el espacio cerrado que plantea fueron bases para el trabajo sobre la puesta en escena, teniendo como objetivo la actualización de un texto universal para contar nuestros propios y actuales conflictos. El poder, que en 1837 deshumanizaba a Woyzeck, hoy lo tiene bajo control, pero sin necesidad de torturas físicas o extremas, mas bien con una sutileza que impresiona. LA MÁQUINA ES UNA MÁQUINA DE PODER gobernada por Andrés/Corifeo (una versión del confidente de Woyzeck), quien tiene la función de dirigir la escena/máquina. Mientras Woyzeck corre en su cinta de correr, los personajes/actores a su alrededor componen el clima hostil que el protagonista explicita, a través del juego de la actuación, por un lado, y de lo que de la narración se desprende, por otro. Nos encontramos aquí con este doble juego del actor/personaje para instalar en la actuación el mismo código de poder que en la representación. Representar para sostener el poder es una de las claves de esta actualización. LA MÁQUINA ES UNA MÁQUINA TEATRAL. El vínculo está dado por el poder y el sometimiento. Aquí, Woyzeck (y todos los personajes) verán desarrollar la tragedia delante de sus ojos, y no podrán, por más que intenten, cambiar ningún acontecimiento. Los personajes, entonces, padecen dentro de este espacio cerrado y asfixiante la tortura y goce de la representación.